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Ahondar en el corte

El placer y el dolor tienen (al menos) una cosa en común, necesitan un corte para que se les asigne dicha cualidad. Tanto un placer sin interrupción como un dolor sin interrupción serían considerados un estado completamente normal. En este sentido anhelamos el corte para definir el sesgo de un estado determinado y es el corte a la vez el momento en que se nos revela la producción consciente - a priori, neutral- de todos los fenómenos (no dualismo) como el impulso que determina nuestro ser afectados - positiva o negativamente - por esa misma producción (dualismo).

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