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Mostrando entradas de enero, 2018

A la espera

Se espera a que algo suceda, como en una película en la que un agente secreto aguarda a que lleguen las instrucciones de su próxima misión. Se espera una orden en el trabajo, o una tarea que requiere atención en casa, se espera a recibir noticias de alguien, un correo electrónico, una respuesta a algún comentario en redes sociales... Se espera, como Agnes Martin, a que la imagen de su próxima obra se manifieste en su mente para poder representarla (de un modo maravillosamente preciso) sobre el lienzo. Se espera a que uno desee realizar una experiencia o se vea forzado a realizarla. Se espera a que se nos confirme que nuestra vida tiene algún sentido, que nuestras acciones sirven. Que la misión sigue en pie y seguimos siendo agentes secretos, seguimos en el trabajo (the job). Algunos esperan a que simplemente se consuma el tiempo de toda una vida y morir. Otros no esperan - no aguardan - pero aun así esperan (tienen esperanza) que algo de lo que hacen tenga los efectos deseados.

Cambiar

Nos preguntamos si lo que queremos cambiar primero es a nosotros mismos o a lo que nos rodea. En cualquier caso ambos cambios están interconectados y cualquiera que se produzca primero inevitablemente afectará al otro. Se trata éste de un cambio de escenario o de función, por usar términos teatrales, pero el autor de ambas sigue siendo uno mismo. Otra manera de cambiar es incluir a otros autores en la obra, escribir juntos las líneas del diálogo, permitir que se introduzcan mejoras, dejar de preocuparnos por cambiar “nuestro” mundo y cambiar efectivamente “el” mundo.

Intensidad

Vivir con intensidad; sí pero hasta cierto punto. Hay experiencias que se ansían como bálsamo, como cura de una clase de inconveniencia del momento presente. Esas experiencias salvíficas en realidad no nos salvan, tan sólo abren un agujero por el que transita la nada de nuestras proyecciones e ilusiones. Durante ese brevísimo instante no sentimos, o sentimos tanto que se pierde toda referencia, lo cual es lo mismo: como un hielo sobre la piel quema o el fuego de una hoguera se siente a veces frío en los nervios.

Tétrico

Todos estamos desfigurados. Lo estamos en la placenta y al nacer, aplastados por el útero. Lo estamos al crecer nuestros huesos, también cuando engordamos o adelgazamos. Después de dormir demasiado o de no dormir. Al envejecer. Lo estamos cuando morimos y más allá, cuando el cuerpo se empieza a descomponer. Aun así buscamos un ideal de figura en lo que nos rodea, que corresponda con nuestro grado mental de armonía que está basada en nuestras propias proporciones. Buscamos conectar con las formas con la absurdez mecánica de un juego de Tetris.

Distancia del deseo

Que me distancia de lo que deseo Energía Tiempo Recursos Dinero ... Si no hay deseo no hay distancia Se está ahí sin necesitar nada, pues todo se ofrece al alcance de la mano.

La sabiduría de los demás

Siempre se busca en los demás la sabiduría de la que creemos carecer. Pensamos que tal vez no somos enteramente dignos de ella o que la adquiriremos en algún momento futuro, cuando seamos padres, o abuelos, o tengamos una cierta edad y una cierta cantidad de experiencia. La sabiduría siempre se aplaza porque nos dan miedo las consecuencias de la misma y la responsabilidad que pueda conllevar. Para ser como aquellos que creemos sabios tendríamos que ser justos, tratar a los otros como queremos que nos traten, ser generosos, saber escuchar, ser pacientes... Entonces se podría decir que lo único que nos separa de la sabiduría somos nosotros mismos.

Pertenecer(se)

La idea de pertenecer me ha poseído durante una gran parte de mi vida pero me doy cuenta de que es algo bastante general, que es una de las tendencias que ha dado forma al mundo. Pertenecer significa básicamente ser aceptado, ser considerado un igual; merecedor de igual respeto, iguales derechos, mismas obligaciones. Significa formar parte de un grupo determinado  y  considerado con un modo determinado en que dicho grupo es visto por parte del resto de la sociedad. Uno no desea pertenecer a algo tan general que no se distinga del resto; por ejemplo no se quiere pertenecer a la “humanidad”, principalmente porque ya se es parte de ella, no hemos necesitado pasar prueba de aceptación alguna. Es entonces cuando pienso en que el quid de la pertenencia no está en la mera denominación o forma de nuestro grupo social sino en saber que hemos sido aceptados en él por otros que tienen un modo similar de entenderse a sí mismos en el mundo, que de alguna manera no estamos solos. Al final