Siempre se busca en los demás la sabiduría de la que creemos carecer. Pensamos que tal vez no somos enteramente dignos de ella o que la adquiriremos en algún momento futuro, cuando seamos padres, o abuelos, o tengamos una cierta edad y una cierta cantidad de experiencia. La sabiduría siempre se aplaza porque nos dan miedo las consecuencias de la misma y la responsabilidad que pueda conllevar. Para ser como aquellos que creemos sabios tendríamos que ser justos, tratar a los otros como queremos que nos traten, ser generosos, saber escuchar, ser pacientes...
Entonces se podría decir que lo único que nos separa de la sabiduría somos nosotros mismos.
Entonces se podría decir que lo único que nos separa de la sabiduría somos nosotros mismos.
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