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Mostrando entradas de 2018

Visión correcta

En el camino octuple del Budismo el primer punto es: visión correcta. Pero también podría ser "vista correcta" * Esta corrección no está determinada en funcion de una forma "incorrecta"; no hay censura alguna. Visión correcta refiere a un cierto morar en el umbral, no en lo visto ni tampoco en lo que ve. Implica un cierto compromiso y voluntad de relacionarnos con cualquier situación en la que nos encontremos. * Escribí sobre la idea de "vista" en: http://www.davidgarciacasado.net/the-view-la-vista/

Realismo

Ser realista no significa únicamente que nos ceñimos a una visión descarnada y cruda de la realidad. Toda representación de la realidad no deja de ser subjetiva. Ser realista conlleva más bien una voluntad de identificar cuando nos estamos engañando a nosotros mismos para ver la realidad de una cierta manera que nos conviene.

Espiritualidad

La espiritualidad es una cualidad que nos conecta con los espíritus que nos rodean, las personas y los seres sintientes. Es una forma de ser conscientes de la relación que nos conecta con ellos y de cómo juntos construimos unas condiciones de vida y convivencia en el medioambiente que compartimos. Esto es espiritualidad. Espirtualidad no es mantener relaciones privadas con dioses imaginarios. Eso es tan solo ego, o como diagnosticó Chogyam Trungpa: materialismo espiritual.

Accesibilidad

Hay alimentos simples, accessibles a todo el mundo y que todo el mundo puede disfrutar, como el pan recién hecho. Pero también existe la alta cocina cuyo disfrute requiere de cierta educación del paladar, tal vez. Eso no quiere decir que el pan sea para personas simples, o que la alta cocina sea elitista, o que no se pueda disfrutar de ambas opciones. Del mismo modo el arte, la escritura, la música etc. pueden tener variantes muy simples, que todo el mundo pueda disfrutar, y otras más elaboradas para quienes hayan decidido profundizar más en alguna disciplina. En ningun caso se puede decir que una opción sea mejor que la otra por el mero hecho de ser más o menos accesibles para el público.

Interdependencia II

No podemos conocer cual es el alcance de todas nuestras acciones. Una acción nuestra puede tener consecuencias imprevisibles para una persona a la que ni si quiera conocemos. Lo mismo sucede en sentido inverso, una acción de alguien al que no conocemos puede llegar a afectarnos. Con toda seguridad está sucediendo en este momento. A un nivel ético es dificil en ocasiones saber cuáles de nuestras acciones o hábitos repercuten en otros seres a los que ni conocemos ni podemos determinar con precisión cómo estamos afectando sus vidas. Es importante estar alerta y ser muy sensibles a la posibilidad de daño de nuestras acciones y reconocer la interdependencia entre todos los seres y también con respecto a nuestro entorno común.

Dentro de diez años

Resulta vertiginoso tratar de imaginar como será nuestro entorno dentro de diez años, cómo seremos nosotros mismos. Diez años es un periodo que parece insignificante en cierta manera pero por otra parte puede ser brutal. Por ejemplo, puede que estemos viviendo en otro pais, puede que hayamos cambiado de trabajo o que lo hayamos perdido, puede que hayamos cambiado de forma de pensar o nuestras creencias por alguna nueva evidencia científica... Con toda seguridad nuestro entorno emocional será distinto, quizá estemos con otra pareja, quizá algún amigo haya fallecido, o algún pariente cercano..., puede que nosotros mismos estemos enfermos o hayamos muerto en diez años, o menos; es posible. Se pueden recordar todas estas posibilidades para ser conscientes de la impermanencia del momento presente. Todo instante está ligado con la posibilidad de una despedida.

Vivir en la molestia

Nótese que escribo vivir en y no vivir con la molestia. Vivir con ella implica algo de sufrimiento deseado; es un concepto un tanto occidental, se busca una cierta redención a través de la molestia. Sin embargo vivir en ella conlleva una experiencia completa de la misma, una identificación con su proceso. Nuestra reacción habitual a la molestia se da en dos tiempos. Uno proyectado hacia el futuro por el que queremos deshacernos de algo desagradable a toda costa: queremos que lo molesto pase y tratamos de acelerar el proceso. Otro proyectado hacia el pasado, por el que nos arrepentimos de haber “adquirido “ tal molestia y renegamos de las decisiones tomadas. Pero además de esos dos tiempos existe una tercera via que estaría en aceptar la realidad (agradable o no) y vivirla como un evento que nos posiciona, casi inevitablemente - por su intensidad y ardor-, en el presente, tomando responsabilidad sobre lo que (nos) acontece.

Lost in translation

Dejar caer telones de identidad que protegen no se sabe muy bien el qué. Quizá sí se sabe pero la dificultad está en que no somos capaces de mirar aquello que se guarda con tanto celo. Es algo íntimo, vulnerable, desnudo; nos averguenza, no porque sea imperfecto o insuficiente sino porque es absolutamente común pero a la vez natural y fresco, como el agua que corre en un riachuelo. Paradójicamente lo que consideramos tan íntimo y verdaderamente nuestro es algo que está presente de un modo idéntico en cada uno de nosotros. Lo que llamamos identidad individual es un "defecto de traducción", una resistencia inmanente que el individuo tiene para expresar la identidad de lo común.

Big Mind

Big Mind es un concepto valiosísimo que propone el maestro Zen Shunryu Suzuki*. Big Mind es diferente a Small Mind en el sentido en que ésta siempre entiende que los fenómenos presentan un afuera con el que ha de estar en constante fricción y oposición: yo contra el mundo. La Small Mind es el origen de toda dualidad. La Big Mind sin embargo lo incluye todo, a nosotros mismos y a lo que nos rodea, es lo mismo. No en el sentido de que no exista la realidad de los otros, o que todo sea una simulación tipo "Mátrix", sino en el sentido en que toda la producción sensible del mundo que experimentamos es nuestra responsabilidad puesto que está producida directamente a través de nuestra manera de ver, de pensar, de sentir. La relación gentil con los fenomenos y sensaciones que nos acontecen o con las que nos vemos expuestos es al fin y al cabo una relación gentil con nosotros mismos. *Shunryu Suzuki. Zen Mind, Beginner's Mind. Ed. Weatherhill. 

Peligrosidad

Buscamos lo familiar, lo que nos trae al recuerdo una experiencia ya vivida, que nos dice: esto eres tú. Aromas que resuenan en nuestra memoria incluso si ya no podemos identificar en qué momento del pasado los experimentamos. Combinaciones de colores, ciertos sonidos, ciertas texturas... Está tan instituida la búsqueda de lo familiar que silencia casi completamente todo lo demás, lo que es nuevo para nosotros y que evitamos por puro miedo a lo desconocido. Solo cuando lo nuevo tiene la intensidad suficiente para ponerse irremediablemente delante de nosotros como única opción es cuando lo experimentamos - no queda otra. Pero quizá sea esa punzante peligrosidad del ahora la que en última instancia pueda ayudarnos a revelar nuestro completo potencial humano.

Interdependencia

Vivir es un acto relacional. La idea de que mantenemos unas ciertas relaciones y no otras es una ilusión y además establece una parcialidad o limitación en nuestra existencia. Del mismo modo en que se habla del "miembro fantasma" cuando se produce una amputación esto sería justamente lo opuesto, una "amputación fantasma" el miembro está ahí pero pretendemos no verlo. Somos porque tenemos relaciones con lo que nos rodea y lo que nos rodea tiene una relación con nosotros. El reconocimiento de esa relación, o interdependencia, conduce a una existencia más plena.

Comunicación

Identificamos el acto de comunicar como la capacidad de transmitir un cierto mensaje con fidelidad y precisión. Pero antes de llegar a esta transmisión hemos de  trabajar con algo más general que es la comunicación en sí, un modo de relación con nuestras experiencias y pensamientos. Pensar es en este sentido un acto de escucha. En cualquier acto de comunicación auténtica se produce este movimiento: escuchamos a la situación para poder darle lo que necesita de nosotros.

Feedback

Hay una retroalimentación (feedback) constante entre nuestros pensamientos y cuerpo. El cuerpo siente y busca una identificación en la los pensamientos. Cuando surgen, los pensamientos buscan un sentimiento correlativo en el cuerpo. El cuerpo es de alguna manera mudo, necesita de los pensamientos para determinar qué siente. Los pensamientos necesitan del cuerpo para hacerse reales de alguna forma. La mayor parte de las veces nuestra experiencia no atiende a las sensaciones del cuerpo ni a la naturaleza de los pensamientos sino que es una mera constatación de que esa retroalimentación se está produciendo, de que seguimos vivos. La experiencia  de vida se nos plantea de este modo como feedback, como ruido, opaca al conocimiento.

Interruptor

Es nuestra fijación en el interruptor la que desencadena el intercambio constante de mundos. Sentimos el hambre como algo atroz porque sabemos la posibilidad de una salida a ello. Disfrutamos los deliciosos donuts porque sabemos que en algún momento se van a terminar. Necesitamos la salida en todo momento como elemento referencial y necesitamos la posibilidad de alcanzar el interruptor para cambiar de mundos, para compensar de algun modo el dolor mas insoportable o el placer más inmenso.

El observador

El observador todo lo quiere ver, y controlar de algún modo. En una especie de movimiento de anticipación a lo que "debería de suceder" pretende congelar los instantes, realizar fotografías que después pasa a revisar para ratificar que todo sigue una cierta lógica o un cierto orden. Como esto es imposible, el proceso de fotografiado y verificación de la realidad es constante, no tiene fin, es un trabajo extremadamente agotador. Pero, ¿para quién trabaja este observador, y qué gana con dicho trabajo?

Ahondar en el corte

El placer y el dolor tienen (al menos) una cosa en común, necesitan un corte para que se les asigne dicha cualidad. Tanto un placer sin interrupción como un dolor sin interrupción serían considerados un estado completamente normal. En este sentido anhelamos el corte para definir el sesgo de un estado determinado y es el corte a la vez el momento en que se nos revela la producción consciente - a priori, neutral- de todos los fenómenos (no dualismo) como el impulso que determina nuestro ser afectados - positiva o negativamente - por esa misma producción (dualismo).

Nueva ola

Apabullado por tantas posibilidades, sientes que te quedas atrás, que la actualidad te pasa por encima como una ola en retroceso que vuelve a las aguas y te deja en la arena, un tanto desamparado, mirando hacia el sol, expuesto, seco. Entonces diriges la mirada de vuelta al mar y caminas hacia él; te zambulles.

La excusa del lugar.

La tendencia a creer que en cualquier otro lugar nuestra situación va a ser mejor que la que tenemos donde nos encontramos. Si vivimos en una ciudad pequeña sentimos que el lugar nos oprime, no encontramos maneras de poder trabajar y florecer en él, es poco sofisticado, la gente no nos entiende, no hay medios o recursos suficientes, y muchas excusas más. Si vivimos en una ciudad grande sentimos que hay demasiada competencia, que somos invisibles, hay tantas posibilidades que resulta dificil decidirse, hay infinidad de recursos pero son demasiado caros, todo está superpoblado y no hay espacio suficiente, y muchas excusas más.

Accesibilidad

La accesibilidad a aquello que deseamos es una cuestión de negociación. Todo está a nuestro alcance si nos hallamos a la distancia adecuada, pero es cierto que podemos tener miedo a acercarnos, o que cuando nos acercamos el deseo se desvanece como pura ilusión o quizá nos elude o se nos pone en una mayor distancia para mantener lo excitante del deseo en sí. Sin embargo la accesibilidad a aquello que necesitamos para sostener una vida digna: alimento, techo, tiempo para compartir con otros..., no debería de ser negociable sino el principio de todo programa político.

Objetos para evitar

El modo en que nos rodeamos de objetos y los consideramos posesiones útiles por cumplir un determinado papel en el mantenimiento del estatus de nuestro ego. Es parte de lo que se considera un instinto de supervivencia pero que más allá de la básica supervivencia - el evitar la muerte -  consiste en sostener una suerte de previsión del dolor y perpetuidad de las formas de placer.

Rutina

La rutina define un espacio de seguridad que puede incluir a otros. Por ejemplo nos sentimos incluidos en la rutina de nuestros familiares, en los hábitos repetidos diariamente que conforman un area vallada que nos da cobijo pero que a su vez pueden terminar por convertirse en una prisión.

Descampado

Para el niño un descampado es un país, un barrio es una ciudad y una ciudad es un planeta. Y no es porque el niño sea pequeño de estatura y así confunda las dimensiones. Es porque el niño tiene todavía una capacidad para descubrir y producir aventura que el adulto va perdiendo, por pura costumbre y guiado por la convención social. El adulto se ve obligado a desvelar todos los misterios y dejar atrás una idea de espacio, ocupandola completamente con referencias, notas, etiquetas... Ser adulto parece conllevar una ansiedad ante los huecos, ante los descampados, y el trabajo permanente de construir en ellos. No por el mero hecho de construir sino mas bien para ocultar la herida abierta, vulnerable, del descampado, bajo la excusa de lo civilizado. (Una película que relata esto de un modo fantástico es “Box of Moonlight”, “La caja de luz de luna” , de Tom DiCillo)

Tranquilos en el desierto.

Que percibamos la realidad como algo caótico o algo ordenado - y con la sensación de estar casi predestinado - no responde a un mayor o menor “entendimiento” de lo que constituye lo real.  Depende más bien de cómo respondemos a lo que sucede; los modos de anticipación, de temor o de aceptación de los acontecimientos. Lo real es solo materia en movimiento por el espacio, “el desierto de lo real” de matrix. El hecho de que veamos el desierto como vacío, aburrido, inhospitable, es únicamente cuestión de si estamos solo dispuestos a recibir (si somos el vacío mismo que hay que llenar) o de si podemos relacionarnos con el vacío sin la ansiedad de sentir que hay que llenarlo a toda costa.

Afinidad y diversidad

Hablas con una persona muy interesante que ha viajado mucho y está cargada de historias fascinantes que cuenta con gran encanto. Además es respetuosa, amable y de agradable aspecto. Hablas con una persona que resulta simple, básica. Es poco habladora y de aspecto común. No tiene rasgos identificables y te costaría recordar su cara en el caso de volver a verla. Hablas con otra que te parece directamente desagradable. Tiene cara de pocos amigos, viste sin ningún tipo de orden, además te ignora completamente. Así funciona la tirada de dados de tu identidad. En otro lugar, en otras circunstancias el resultado podría ser totalmente diferente, aleatorio. Sin embargo en cualquier situación buscaremos la afinidad hasta encontrar  un sustituto de experiencia, una excusa para no hacer frente a la extrema diversidad de lo real.

Aguanta las embestidas

Cuando las posibilidades te golpean y buscan clavarte en la incertidumbre, en la ansiedad de no poder estar en la superficie, expuesto al acontecimiento, mirándole directamente y preguntándole:  ¿De qué estás hecho?

Entreacto

Momentos entre eventos, o lo que consideramos eventos. "A ratos perdidos" se dice a veces en español. Parece que hubiera que rellenar todo el tiempo con acción de algun tipo, "aprovechar" cada instante para producir algo, o prepararse para algo. En esa productividad permanente se pierde la facultad para percibir todo lo que sucede entre las escenas; un entreacto es a veces más interesante que la propia obra.

A la espera

Se espera a que algo suceda, como en una película en la que un agente secreto aguarda a que lleguen las instrucciones de su próxima misión. Se espera una orden en el trabajo, o una tarea que requiere atención en casa, se espera a recibir noticias de alguien, un correo electrónico, una respuesta a algún comentario en redes sociales... Se espera, como Agnes Martin, a que la imagen de su próxima obra se manifieste en su mente para poder representarla (de un modo maravillosamente preciso) sobre el lienzo. Se espera a que uno desee realizar una experiencia o se vea forzado a realizarla. Se espera a que se nos confirme que nuestra vida tiene algún sentido, que nuestras acciones sirven. Que la misión sigue en pie y seguimos siendo agentes secretos, seguimos en el trabajo (the job). Algunos esperan a que simplemente se consuma el tiempo de toda una vida y morir. Otros no esperan - no aguardan - pero aun así esperan (tienen esperanza) que algo de lo que hacen tenga los efectos deseados.

Cambiar

Nos preguntamos si lo que queremos cambiar primero es a nosotros mismos o a lo que nos rodea. En cualquier caso ambos cambios están interconectados y cualquiera que se produzca primero inevitablemente afectará al otro. Se trata éste de un cambio de escenario o de función, por usar términos teatrales, pero el autor de ambas sigue siendo uno mismo. Otra manera de cambiar es incluir a otros autores en la obra, escribir juntos las líneas del diálogo, permitir que se introduzcan mejoras, dejar de preocuparnos por cambiar “nuestro” mundo y cambiar efectivamente “el” mundo.

Intensidad

Vivir con intensidad; sí pero hasta cierto punto. Hay experiencias que se ansían como bálsamo, como cura de una clase de inconveniencia del momento presente. Esas experiencias salvíficas en realidad no nos salvan, tan sólo abren un agujero por el que transita la nada de nuestras proyecciones e ilusiones. Durante ese brevísimo instante no sentimos, o sentimos tanto que se pierde toda referencia, lo cual es lo mismo: como un hielo sobre la piel quema o el fuego de una hoguera se siente a veces frío en los nervios.

Tétrico

Todos estamos desfigurados. Lo estamos en la placenta y al nacer, aplastados por el útero. Lo estamos al crecer nuestros huesos, también cuando engordamos o adelgazamos. Después de dormir demasiado o de no dormir. Al envejecer. Lo estamos cuando morimos y más allá, cuando el cuerpo se empieza a descomponer. Aun así buscamos un ideal de figura en lo que nos rodea, que corresponda con nuestro grado mental de armonía que está basada en nuestras propias proporciones. Buscamos conectar con las formas con la absurdez mecánica de un juego de Tetris.

Distancia del deseo

Que me distancia de lo que deseo Energía Tiempo Recursos Dinero ... Si no hay deseo no hay distancia Se está ahí sin necesitar nada, pues todo se ofrece al alcance de la mano.

La sabiduría de los demás

Siempre se busca en los demás la sabiduría de la que creemos carecer. Pensamos que tal vez no somos enteramente dignos de ella o que la adquiriremos en algún momento futuro, cuando seamos padres, o abuelos, o tengamos una cierta edad y una cierta cantidad de experiencia. La sabiduría siempre se aplaza porque nos dan miedo las consecuencias de la misma y la responsabilidad que pueda conllevar. Para ser como aquellos que creemos sabios tendríamos que ser justos, tratar a los otros como queremos que nos traten, ser generosos, saber escuchar, ser pacientes... Entonces se podría decir que lo único que nos separa de la sabiduría somos nosotros mismos.

Pertenecer(se)

La idea de pertenecer me ha poseído durante una gran parte de mi vida pero me doy cuenta de que es algo bastante general, que es una de las tendencias que ha dado forma al mundo. Pertenecer significa básicamente ser aceptado, ser considerado un igual; merecedor de igual respeto, iguales derechos, mismas obligaciones. Significa formar parte de un grupo determinado  y  considerado con un modo determinado en que dicho grupo es visto por parte del resto de la sociedad. Uno no desea pertenecer a algo tan general que no se distinga del resto; por ejemplo no se quiere pertenecer a la “humanidad”, principalmente porque ya se es parte de ella, no hemos necesitado pasar prueba de aceptación alguna. Es entonces cuando pienso en que el quid de la pertenencia no está en la mera denominación o forma de nuestro grupo social sino en saber que hemos sido aceptados en él por otros que tienen un modo similar de entenderse a sí mismos en el mundo, que de alguna manera no estamos solos. Al final